De Honduras a Chávez, pasando por Irán
Autor: Pilar Rahola
Autor: Pilar Rahola
...haciendo buena la afirmación de que, contra la libertad, la modernidad y el sentido común, la extrema izquierda y el fundamentalismo islámico se han encontrado, son amigos y residen en la misma locura...Sobredosis de Honduras, en mi viaje por Chile. Hierven los periódicos, las tertulias, las conversaciones de todos con todos. En la cena que comparto con diputados de la Cámara, mayoritariamente de Bachelet, pero también de la oposición, el comentario es unánime. Hay que condenar el golpe de Estado -¿contragolpe?-, pero... Y el pero se convierte en la parte fundamental de una densa conversación, donde Honduras inquieta, pero quien preocupa severamente es Hugo Chávez, autentico culpable de la insostenible situación en el pequeño país centroamericano. En su columna en el diario El Mercurio, Hernán Felipe Errázuriz habla de ``las infecciones de Chávez'', y recuerda que esas infecciones están enfermando de tal manera a las democracias que atacan, que lentamente van desapareciendo como tales. Dice Hernán: ``Zelaya creía que bastaba ser elegido para ser demócrata, como Hitler, Chávez y tantos otros''. En el Diario Las Américas, Carlos Sánchez Berzain mantiene la dureza de sus otros colegas, y asevera: ``La búsqueda del poder total de este neocomunismo, para destrozar a la democracia, es ya un molde''. Y, rematando, el analista Horacio Calderón habla de ``los golpes de Estado blandos'', que están proliferando bajo los auspicios bolivarianos. Ciertamente, el intento de Zelaya de vulnerar la Constitución hondureña, perpetuarse en el poder y quebrar las leyes del país, situaron a Honduras al borde de un conflicto, que finalmente estallo de forma traumática. Me decía un notable diputado chileno que Zelaya había destruido todos los puentes con la sociedad civil, hasta el punto de que ni la Iglesia le daba apoyo. Sin clases medias, ni sectores dinámicos, sólo le quedaba el apoyo de los sectores rurales, a los que había bombardeado con el clásico populismo. Nada es, pues, lo que parece en Honduras y, sobretodo, no es lo que vende Zelaya y sus colegas del ALBA bolivariano. Llama la atención que, durante todo este tiempo, la OEA (Organización de Estados Americanos) no haya intervenido en el proceso colonialista del chavismo y ahora se preste a expulsar al nuevo Gobierno hondureño. Muy balanceados no son. Y, por supuesto, aun llama más poderosamente la atención, la actitud de la presidenta argentina Cristina Fernández de Kirchner, hundida en las elecciones, atrapada en una crisis médica de mas de 100.000 afectados por la gripe A, previamente negados para no dañar los votos, y ahora decidida a acompañar a Zelaya en su retorno a Honduras. El aventurismo irresponsable de la Sra. Kirchner se está convirtiendo en una peligrosa seña de identidad de su Gobierno, hasta el punto de que, hoy por hoy, es una de las líderes del continente más desprestigiadas. Nada que ver, por supuesto, con su vecina Michelle Bachelet, cuyos aciertos políticos la han encumbrado en las encuestas. Incapaz de gobernar adecuadamente a los argentinos, la presidenta se va a decirle a los hondureños cómo tienen que gobernarse. Es más patético, y resulta un chiste. Honduras, pues, es la anécdota, pero la categoría del problema pasa por el eje Caracas, La Habana, con paseo intermedio por Teheran. Al fenómeno expansionista, pseudo revolucionario y desestabilizador que ha emprendido Chávez en la región, con la ayuda del barril de petróleo en el que está sentado, cabe sumar el exponencial crecimiento de la influencia iraniana en Latinoamérica. Un tema que preocupa a todos los Servicios de Inteligencia democráticos. Gracias a la pista de aterrizaje de Venezuela, el Gobierno de los ayatolas ha iniciado un auténtico proceso colonizador, que pasa por acuerdos comerciales, militares, industriales, y por la creación de una red de simpatizantes de Hezbollah en todo el continente. Es tal la magnitud del proceso, que incluso se han iniciado islamizaciones chiítas de pueblos indígenas, haciendo buena la afirmación de que, contra la libertad, la modernidad y el sentido común, la extrema izquierda y el fundamentalismo islámico se han encontrado, son amigos y residen en la misma locura.
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