El rostro de la nación
Honduras, 11.09.09 - Héctor Mauricio Elvir : fodepscSPAMFILTER@yahoo.com.mx
La naturaleza ha provisto a todos los seres que poblamos el planeta de apariencia, forma, imagen, rostro, y algunos otros sinónimos.
¿Y la Nación tiene rostro? ¿Existen algunos elementos que lo puedan definir, configurar, o quizás representar?
Todos los seres de nuestro descuidado planeta, tenemos una imagen o rostro con el cual nos identifican.
Tanto el planeta como sus habitantes tienen diferentes manifestaciones para denotar sus estados de ánimo. Nuestro rostro luce apacible cuando estamos alegres, contentos, saludables de alma, espíritu y de físico. Luce triste y desencajado cuando es todo lo contrario. No hay alegría, no hay salud mental, espiritual y moral en sus hijos, sus habitantes, nosotros, los humanos.
Nuestro lugar en el planeta se ubica en Centroamérica, en donde ocupamos el centro no solo de la franja del istmo, sino del continente americano al cual orgullosamente pertenecemos y dentro del cual somos conocidos como hondureños.
¿Cómo luce el rostro de nuestra Nación Honduras? Su rostro luce triste, desencajado, con muchas arrugas en su fibra cívica, moral, y su cuerpo muestra huellas de malos tratos por parte de sus hijos, quienes no estamos tratándola como se lo merece. Si vemos sus montañas, están calcinadas casi en su mayoría, sus pulmones no están funcionando bien, jadea tal cual un viejo cansado y abandonado; sus ríos casi ya se extinguen por la polución y mal trato en sus cuencas; sus entrañas, están siendo saqueadas sin buenos planes de manejo cuando de ellas extraen muchos minerales; sus costas lucen las huellas del hombre quien no medita para construir, cultivar y hacer calles o carreteras sin respetar los límites del continente. En otras palabras, el rostro de la nación requiere un plan completo de restauración.
Nosotros, que somos los hijos de la nación, estamos siendo contaminados en forma descarada y despiadada para que la libertad, la paz y la democracia sean cercenados de tajo por malos hijos, malos ciudadanos que parece ser que nunca han sabido lo que es el concepto de Patria, Nación, República, Estado, Territorio.
Parece ser, que nunca se han erguido orgullosos al escuchar el Himno Nacional desde el nivel prebásico, nunca han reconocido y han dado méritos a los próceres nacionales, y sin embargo lucen satánicamente los rostros de otros personajes allende de la frontera que han sido sinónimo de las peores anarquías en los últimos tiempos.
El rostro de la nación está triste por culpa de todos sus hijos. Unos, por destruir sin clemencia sus recursos, sus próceres, sus monumentos históricos, por proferirle a la Nación insultos indebidos que mancillan su bandera, su escudo, su árbol, su flor nacional, su fauna, y sobre todo provocan un estado de profunda tristeza y de deterioro de los valores familiares, comunitarios, espirituales y morales, lo que nos está acercando a la confrontación entre hondureños.
Sí, los hijos de la Nación se están enfrentando por intereses bastardos engendrados por malos hondureños que mal nos han gobernado desde hace mucho tiempo.
La nación está lastimada en su autoestima y se nota en sus hijos. Estamos tristes, deprimidos, inseguros y con sed de paz por todos los puntos cardinales.
La mejor forma de contribuir para que la nación luzca con un rostro alegre es sumándonos en un gran bloque para defender la libertad, paz y democracia a todo costo.
Por el bien de nuestros hijos y de sus futuros hijos, sembremos paz en nuestros hogares, en nuestras iglesias, en nuestras escuelas y comunidades para evitar que la Nación esté desencajada y con los ojos llorosos.
De nosotros depende la ruta por transitar.
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