Honduras brecha entre EU y L.A.
Enviado por Junior López el Sáb, 05/12/2009 - 15:09.
MTSC
El encono político ha sido más fuerte que las consideraciones económicas y diplomáticas. Honduras se convierte en un punto de separación de aguas entre los gobiernos de la región. De un lado están los partidarios de una aplicación consecuente de la “cláusula democrática” labrada en el seno de la Organización de Estados Americanos (OEA). Del otro están los que optan por un pragmatismo que permita soluciones rápidas.
El Congreso Nacional hondureño rechazó el retorno del Presidente constitucional Manuel Zelaya al ejercicio de sus funciones. La votación (111 contra su reimposición y 14 a favor) clausuró la última posibilidad de una salida consensuada. La vuelta de Zelaya para ejercer hasta el fin de su mandato, que culminaba el 27 de enero, hubiese sido un acto simbólico que, cabe presumir, habría aquietado los ánimos en la polarizada nación centroamericana. También habría facilitado reincorporar a Honduras, como una nación democrática, a la comunidad internacional.
La Honduras golpista se convierte, en los hechos, en una compleja cuña para las relaciones hemisféricas. Brasil, Argentina, Venezuela, Chile y el grueso de las naciones no reconocen al nuevo régimen ni su proceso electoral. Más allá del juicio que merezca el nuevo gobierno de facto para renovar autoridades, la gran mayoría de los países rechaza el precedente de que un Mandatario sea removido, en forma arbitraria, de sus funciones.
En este sentido, la actuación de Estados Unidos sorprende por su relativismo en la defensa de un gobierno constitucional y democrático. Desde el golpe de Estado, el 28 de junio, surgieron interrogantes sobre la postura de Washington. ¿Por qué Zelaya, luego de ser sacado a viva fuerza por militares en horas de la madrugada, fue llevado a la base de Palmerola donde están estacionadas tropas estadounidenses?
¿Qué gestiones realizó la embajada para impedir que se consumase un golpe que, ahora se sabe, era un secreto a voces en Tegucigalpa? Son interrogantes que no tienen respuestas satisfactorias, a menos que exista más de un centro de toma de decisiones fuera de la Casa Blanca.
Una vez establecido el régimen golpista, EEUU adoptó una postura que le ha sido exigida por décadas: comportarse como un país más de la región. Pero ello cambió a la hora de reconocer los comicios convocados por un gobierno ilegítimo. La aceptación de los resultados es un blanqueo del golpe. La decisión sería el resultado de un pacto político entre el gobierno de Obama y el Partido Republicano, que ha buscado sacar a los golpistas del aislamiento.
Es una señal alarmante de parte de la nueva administración, que antepone criterios domésticos a principios fundamentales de su política declarada: la defensa del sistema democrático. Es una ambigüedad que constituye un guiño para golpistas que buscan deponer a mandatarios elegidos. En los últimos tiempos han circulado muchos rumores sobre ruido de sables en Paraguay. El Presidente Fernando Lugo removió a toda la cúpula castrense.
El canciller argentino, Jorge Taiana, llamó a Hillary Clinton, la secretaria de Estado, para señalarle la inquietud de su país, y de muchos otros, frente a la consolidación del golpismo hondureño. La respuesta de Clinton, según Taiana, fue: “Las elecciones pueden ser un paso y hay que dar muchos más”. La credibilidad de EEUU está en juego.
Nadie espera que restaure la democracia hondureña con una fuerza expedicionaria o sus tropas presentes en Honduras. Pero un país que recibe 70% de las exportaciones de Tegucigalpa tiene muchas palancas para exigir la restauración democrática. La economía hondureña, una de las más débiles, muestra signos alarmantes: la crisis política ha costado al país 50 millones de dólares diarios. El turismo ha bajado en 40%.Las maquiladoras, en su mayoría textiles, han perdido 8 mil empleos de 114 mil. Las exportaciones para este año llegarían a 2 mil 700 millones de dólares contra los 3 mil 500 de 2008.
El encono político ha sido más fuerte que las consideraciones económicas y diplomáticas. Honduras se convierte en un punto de separación de aguas entre los gobiernos de la región.
De un lado están los partidarios de una aplicación consecuente de la “cláusula democrática” labrada en el seno de la Organización de Estados Americanos (OEA). Del otro están los que optan por un pragmatismo que permita soluciones rápidas.
Enviado por Junior López el Sáb, 05/12/2009 - 15:09.
MTSC
El encono político ha sido más fuerte que las consideraciones económicas y diplomáticas. Honduras se convierte en un punto de separación de aguas entre los gobiernos de la región. De un lado están los partidarios de una aplicación consecuente de la “cláusula democrática” labrada en el seno de la Organización de Estados Americanos (OEA). Del otro están los que optan por un pragmatismo que permita soluciones rápidas.
El Congreso Nacional hondureño rechazó el retorno del Presidente constitucional Manuel Zelaya al ejercicio de sus funciones. La votación (111 contra su reimposición y 14 a favor) clausuró la última posibilidad de una salida consensuada. La vuelta de Zelaya para ejercer hasta el fin de su mandato, que culminaba el 27 de enero, hubiese sido un acto simbólico que, cabe presumir, habría aquietado los ánimos en la polarizada nación centroamericana. También habría facilitado reincorporar a Honduras, como una nación democrática, a la comunidad internacional.
La Honduras golpista se convierte, en los hechos, en una compleja cuña para las relaciones hemisféricas. Brasil, Argentina, Venezuela, Chile y el grueso de las naciones no reconocen al nuevo régimen ni su proceso electoral. Más allá del juicio que merezca el nuevo gobierno de facto para renovar autoridades, la gran mayoría de los países rechaza el precedente de que un Mandatario sea removido, en forma arbitraria, de sus funciones.
En este sentido, la actuación de Estados Unidos sorprende por su relativismo en la defensa de un gobierno constitucional y democrático. Desde el golpe de Estado, el 28 de junio, surgieron interrogantes sobre la postura de Washington. ¿Por qué Zelaya, luego de ser sacado a viva fuerza por militares en horas de la madrugada, fue llevado a la base de Palmerola donde están estacionadas tropas estadounidenses?
¿Qué gestiones realizó la embajada para impedir que se consumase un golpe que, ahora se sabe, era un secreto a voces en Tegucigalpa? Son interrogantes que no tienen respuestas satisfactorias, a menos que exista más de un centro de toma de decisiones fuera de la Casa Blanca.
Una vez establecido el régimen golpista, EEUU adoptó una postura que le ha sido exigida por décadas: comportarse como un país más de la región. Pero ello cambió a la hora de reconocer los comicios convocados por un gobierno ilegítimo. La aceptación de los resultados es un blanqueo del golpe. La decisión sería el resultado de un pacto político entre el gobierno de Obama y el Partido Republicano, que ha buscado sacar a los golpistas del aislamiento.
Es una señal alarmante de parte de la nueva administración, que antepone criterios domésticos a principios fundamentales de su política declarada: la defensa del sistema democrático. Es una ambigüedad que constituye un guiño para golpistas que buscan deponer a mandatarios elegidos. En los últimos tiempos han circulado muchos rumores sobre ruido de sables en Paraguay. El Presidente Fernando Lugo removió a toda la cúpula castrense.
El canciller argentino, Jorge Taiana, llamó a Hillary Clinton, la secretaria de Estado, para señalarle la inquietud de su país, y de muchos otros, frente a la consolidación del golpismo hondureño. La respuesta de Clinton, según Taiana, fue: “Las elecciones pueden ser un paso y hay que dar muchos más”. La credibilidad de EEUU está en juego.
Nadie espera que restaure la democracia hondureña con una fuerza expedicionaria o sus tropas presentes en Honduras. Pero un país que recibe 70% de las exportaciones de Tegucigalpa tiene muchas palancas para exigir la restauración democrática. La economía hondureña, una de las más débiles, muestra signos alarmantes: la crisis política ha costado al país 50 millones de dólares diarios. El turismo ha bajado en 40%.Las maquiladoras, en su mayoría textiles, han perdido 8 mil empleos de 114 mil. Las exportaciones para este año llegarían a 2 mil 700 millones de dólares contra los 3 mil 500 de 2008.
El encono político ha sido más fuerte que las consideraciones económicas y diplomáticas. Honduras se convierte en un punto de separación de aguas entre los gobiernos de la región.
De un lado están los partidarios de una aplicación consecuente de la “cláusula democrática” labrada en el seno de la Organización de Estados Americanos (OEA). Del otro están los que optan por un pragmatismo que permita soluciones rápidas.
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